1.5.12

Enrique Krauze, un escritor politicamente correcto

especial filbo 2012
El escritor mexicano Enrique Krauze estuvo en la  FILbo 2012 presentando su libro Redentores: Ideas y poder en América Latina
HOY:Cierre:Los múltiples oficios del escritor.3:pm.Salón Manuel Mejía Vallejo.El territorio de la novela.3:pm. Salón León de Greiff. Hacer revistas que hablen de libros.3:pm. Salón Porfirio Barba Jacob. Narrar la historia. 4.30:pm. Salón José Asunción Silva. Ché.Marcelo Ferroni. 6:pm. Salón José Asunción Silva. El arte de la biografía. 7:pm. Salón José Asunción Silva.
Enrique Krauze, al medio, escoltado por Mauricio Saenz y Héctor Abad Faciolince. Krauze capotió el temporal al señalar que AUV, hizo mucho por este país. Se iba metiendo en camisa de once varas. Alguien del público gritó: "Se lo regalamos". foto:Jonathan Jiménez. fuente:elespectador.com


Crítico y criticado, Krauze sostiene la estructura narrativa de ese volumen en la vida y obra de Octavio Paz, con quien mantuvo una entrañable amistad de más de dos décadas, al tiempo que se permite una suerte de paralelo entre escritores políticamente contrarios como Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
Fernando Vallejo dijo que la biografía es un género literario menor y nunca dejará de serlo. ¿Lo es?
Yo creo que tiene razón. Claro que hay grandes biógrafos, como Boswell o el Dr. Johnson. El propio Vallejo aceptará que se trata de obras que han trascendido los tiempos. Es un género que nos ha venido desde los clásicos: los romanos, los griegos. Tiendo a creer que frente a la literatura es un género menor, pero frente a la historia ocupa un lugar importante y siempre lo ocupará. Francamente pienso que en nuestros países, en el tronco ibérico, es un género necesario y muy poco frecuentado.
¿En qué medida es necesario?
Porque la impronta de nuestros países, los personajes de la política, la literatura y el arte, en la historia, es grande. Y en el caso de la política ha sido para mal. Los políticos, los dictadores, los redentores, los guerrilleros, los comandantes, han hecho mucho mal y poco bien. Muchas veces se puede entender mejor y hasta prevenir un poco los prejuicios históricos sobre estas sociedades si se entiende a esas personas. Ha sido un género poco frecuentado y en ese sentido los ingleses llevan una inmensa delantera a todos. ¿Quién puede negar que nos hace falta una biografía de Ortega y Gasset, Unamuno, Machado, o de los grandes escritores, poetas, místicos? Nos ha hecho falta ese género modesto del árbol de la literatura.
A Onetti se le preguntó en una entrevista cuál era la función social del escritor, a lo que respondió que la única responsabilidad del escritor es tener talento. En su libro ‘Redentores’ aparecen las estrechas relaciones entre varios escritores y la política…
Creo que hay un nivel en el que el gran Onetti tenía razón: la primera obligación de un escritor es escribir bien. Si no tiene el talento, que se dedique a otra cosa, pero si lo tiene, que lo cultive con toda la belleza de esa vocación, pero también con su enorme dificultad. Pero es un hecho que en países donde el poder arbitrario, y aun el no arbitrario, ha ocupado un espacio tan grande de la historia, igual que en Rusia, los escritores necesariamente se vuelven como sacerdotes laicos, como figuras de referencia cívica, que tienen autoridad moral. Y no hay por qué avergonzarse de esto, al contrario, creo que es algo que hay que asumir, porque ese es el caso de Tolstoi o Dostoievski, una historia frente al orden represivo del poder absoluto. Los escritores, aún los más puros, no han podido ni han querido esquivar su compromiso con la vida pública. Ni siquiera en el caso de Borges, que tuvo momentos de gran valentía en la Argentina peronista. Yo creo que los escritores latinoamericanos hemos estado, por necesidad, por obligación, implicados en la vida pública. Pero otra cosa es sacrificar la obra al poder, y eso sí es criticable y no ha habido pocos que lo han hecho.
¿Quiénes?
Bueno, ninguno de los que trato en este libro. Quienes lo hacen son casos menores, y el hecho de que no me vengan ahora mismo a la mente es porque no son tan importantes. Un escritor, por ejemplo, que acepta un puesto público en México para defender un gobierno, eso es sacrificar la autoridad intelectual y moral en el altar de un poder mucho mayor. Claro, ya sé que estás pensando en García Márquez (risas)… pero él nunca sacrificó su obra extraordinaria a la Revolución Cubana.
Y sin embargo, en ‘Redentores’ usted es duro con García Márquez y suave con Vargas Llosa.
Es verdad, he estado más cerca de Vargas Llosa porque este es un libro con el que tengo una identificación con Octavio Paz y Vargas Llosa. Creo que tuvieron la valentía de ver de frente el carácter redentorista, opresivo, de las revoluciones socialistas del siglo XX en las que creyeron de manera militante, mucho más militante de lo que ellos mismos han asegurado, para ir renunciando poco a poco a ellas y quedarse en un lugar que es la democracia.
En cuanto a García Márquez, he leído una buena parte de su obra, una y otra vez, con una inagotable fascinación. Y sin embargo encuentro criticable el que haya apoyado a todo lo largo la dictadura de Castro a cuenta de una amistad, a una revolución que costó a tres generaciones de cubanos todas las libertades.
¿No cree que la obra de un escritor se sacrifica si acepta un puesto público en la misma medida en que, por ejemplo, un escritor aspira a ser presidente de un país?
Yo creo que Vargas Llosa se vio a sí mismo como la figura de un redentor… y se equivocó. Y se vio a sí mismo como la figura de un redentor porque traía esa mitología. La ventaja es que Vargas Llosa superó su derrota y la convirtió en una obra altamente valiosa. El poder hay que mantenerlo a distancia, de eso no cabe duda. Si un escritor quiere conservar su sentido crítico, tiene que mantenerlo a distancia.
¿Usted militó en el movimiento estudiantil y para hacerlo debió tener una posición política muy clara. ¿En qué momento toma distancia?
El del 68 no fue un movimiento marxista, fue un movimiento libertario. Es un momento central de mi vida. Y yo no cambié. Simplemente no creo que un movimiento libertario, democrático, tenga que volverse marxista. A los países les ha hecho muchísimo daño abandonar una tradición republicana, democrática y liberal, y les ha hecho más daño esta división geométrica entre la derecha y la izquierda. Entonces vamos a decir, Bertrand Russell era de derecha, Isaiah Berlin era de derecha. Si todo lo que no es de izquierda es de derecha, entonces simplemente hemos renunciado a pensar. Es como decir, como tú no eres bueno, eres malo. No es allí, no es eso. ¿Qué tan pertinentes son las categorías del liberalismo político, de la democracia, en las circunstancias de nuestros países? Yo creo que estamos obligados a luchar por un momento democrático con libertades y leyes.
Álvaro Uribe Vélez y sus ocho años en el poder. ¿Líder democrático o redentor?
Parece que sí se vio a sí mismo y a su gobierno en la figura de un redentor. Digamos que hay una línea muy delgada entre el redentorismo y el liderazgo. El liderazgo puede ser muy firme, muy fuerte, muy decidido, pero tiene que ocurrir en un marco estrictamente democrático. Entonces, ¿hasta qué grado Uribe traspasó ese marco democrático? Creo que intentó hacerlo en cierta forma porque intentó la tercera reelección. Finalmente las instituciones colombianas se lo impidieron, y ahí tengo una voz avalando un poco la admiración que siento por alguna institucionalidad colombiana, que funcionó en este caso.

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