9.10.12

Un puente literario entre debates sesudos y anécdotas desopilantes

Más de ochenta escritores de todo el mundo analizaron los problemas de la literatura y también se divirtieron

Ganador. El argentino Eduardo Berti fue uno de los protagonistas del festival y recibió el Premio Internacional de las Américas por “El país imaginado”./Revista Ñ

“La tensión entre el poder de la lengua y la lengua del poder se siente con toda su fuerza en Puerto Rico: nos aferramos al español, que es la lengua de nuestra historia y de nuestra tradición, mientras que desde el poder intentan meternos el inglés, que es el idioma del poder”. Esto se dijo ayer por la mañana en una de las docenas de mesas, debates, charlas magistrales, conferencias y lecturas que formaron parte del Festival de la Palabra de Puerto Rico, un encuentro entre 80 escritores llegados de toda América latina, el Caribe, Europa, Africa y Oriente Próximo que ya va por su tercera edición y cuya idea es, justamente, establecer un puente entre autores y lectores que se intuyen o se conocen a lo lejos, pero que a partir de este vínculo entre unos y otros acercan literaturas distantes y narrativas que, durante cuatro días y para siempre, dejan de ser exóticas.
Por azar o guiño del destino, el arranque del Festival y su broche de oro tuvieron color argentino. Luego de la ceremonia de inauguración el jueves último por la mañana, la primera actividad estuvo a cargo de Betina González, ganadora del Premio Clarín de Novela en 2006, en el marco del encuentro “Yo también soy lector”, destinado a poner a los autores en contacto con el público más joven. La mayoría de los escritores se sometieron a los cuestionarios adolescentes, a veces tan inteligentes como inesperados. Guillermo Martínez, otro de los argentinos que dijeron presente, tuvo que responder que él también leía en el baño, ante la decidida intriga de una quinceañera. El broche de oro tuvo que ver con otro de los puntos fuertes del Festival: la entrega del Premio Internacional de las Américas a la mejor novela publicada el último año. Se trata de un galardón entre pares, dado por escritores a un escritor, y esta vez fue para E l país imaginado de Eduardo Berti.
Las actividades se llevaron a cabo en la sede del Museo de Arte de Puerto Rico, y reunieron a figuras como los españoles Manuel Rivas, Almudena Grandes y José Ovejero, los mexicanos Jorge Volpi y Guillermo Arriaga, las chilenas Diamela Eltit y Alejandra Costamagna y el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, entre muchos otros. Todos, juntos o por separado, hablaron de los sueños, los problemas y cambios que atraviesa la literatura en esta primera década del siglo e intentaron contestar: ¿desde qué voz se escribe hoy? ¿Desde el origen, el desarraigo o el exilio? ¿Cómo subsiste la diversidad cultural y literaria en la era de los mercados? ¿En qué posición se encuentra hoy el español en el contexto de la narrativa mundial?
Sin duda, el Festival de la Palabra tuvo como protagonista el intercambio de ideas, la pluralidad, el deseo de convivir y reconocerse más allá de las geografías. “Las modas y polémicas saltan las fronteras vertiginosamente. Y en el medio del torbellino el ser humano necesita como nunca hallar formas de verdadera comunicación, aquella que se basa en el conocimiento y la comprensión de los otros y de sí mismo. Necesita más que nunca de las palabras”, dijo el español José Manuel Fajardo, director de Programación del Festival, quien junto a la puertorriqueña Mayra Santos Febres, su directora ejecutiva, más un ejército de voluntarios nuevos y reincidentes, tiñen al encuentro del mejor espíritu del Caribe.
Por eso también hubo música, poesía, charlas en escuelas, talleres y sobre todo, muchas anécdotas. Vaya un pequeño muestrario: la escritora cubana Wendy Guerra estuvo retenida en el aeropuerto durante horas por portación de nacionalidad (para ingresar a Puerto Rico se necesita la visa estadounidense), pero peor la pasó el chileno Alejandro Zambra, a quien primero le cancelaron un vuelo, luego le perdieron las valijas y finalmente quedó afónico, con lo que no pudo participar en casi ninguna de las mesas que tenía asignadas. El comentario con más rating entre los escritores tuvo que ver con la sorpresa por el Premio de la FIL de Guadalajara a Alfredo Bryce Echenique, después del escándalo por plagio en sus columnas periodísticas, que obligó a los dos miembros del jurado que se lo concedió, aquí presentes –Volpi y Mayra Santos Febres-, a defender su decisión. Pero el hallazgo más sorprendente fue ver cómo Guillermo Martínez, matemático al fin, demostró en la mesa de ruleta de un casino una teoría que combinando cálculos, estadísticas y probabilidades, le hizo ganar siete apuestas seguidas. Pronto se corrió la voz y muchos le andan pidiendo la fórmula. Porque de esas voces, así como de las palabras dichas o narradas, se construye también la ficción que hasta anoche tuvo momentos de gloria en San Juan de Puerto Rico.

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